29/10/25

Secretos de los Jardines de Sa Torre Cega: la ruta del arte y la botánica

Olvida las ideas preconcebidas sobre jardines formales o visitas tradicionales. Los Jardines de Sa Torre Cega proponen algo distinto: esculturas que aparecen entre la vegetación, árboles cargados de historia y rincones que invitan a la observación pausada. El diseño de Russell Page imprime carácter a una finca donde el Mediterráneo y el arte conviven en armonía, sin rigideces. Este artículo es una invitación a descubrir, sin prisas y con curiosidad, la historia, la botánica y los secretos que Capdepera resguarda tras sus setos. ¿Te animas a explorar lo que hay más allá?

 
 

El legado histórico de Sa Torre Cega

Toda gran historia tiene un punto de partida, y la de Sa Torre Cega comienza en 1915. Fue entonces cuando el matrimonio March Servera adquirió la finca, un enclave privilegiado en la costa de Capdepera que albergaba una antigua torre de vigía. Esta estructura, conocida como "Torre Cega" por su peculiaridad de no ser visible desde otras atalayas, sirvió de inspiración para un proyecto que trascendería su función original. La visión de la familia no era simplemente construir una villa de recreo, sino crear un espacio donde la arquitectura, el arte y el paisaje dialogaran en armonía.

Para materializar esta idea, confiaron en Guillem Reynés Font, uno de los arquitectos más notables de principios del siglo XX en Mallorca. Reynés proyectó un edificio de estilo regionalista que se integraba con solidez en el entorno, sentando las bases de lo que se convertiría en un referente arquitectónico. Sin embargo, la transformación más significativa llegaría décadas después, en los años 60 y 70, de la mano de su hijo, Bartolomé March Servera. Con una sensibilidad vanguardista, modernizó la propiedad y, junto al paisajista inglés Russell Page, impulsó la creación de los jardines. Fue en esta etapa cuando Sa Torre Cega evolucionó de una residencia familiar a un espacio cultural y botánico, un legado que refleja la pasión de sus impulsores por la belleza en todas sus formas.

El arte como protagonista silencioso

A partir de las décadas de 1960 y 70, Bartolomé March impulsó una idea poco frecuente en su época: integrar esculturas contemporáneas en el corazón del jardín, lejos de recintos convencionales. Su visión vino acompañada de una cuidada selección de piezas de distintas corrientes artísticas, instaladas con un criterio pensado no solo para fascinar, sino para provocar una reacción distinta a cada visitante y en cada estación.

La colección incluye obras de reconocidos artistas internacionales de la segunda mitad del siglo XX, que encuentran cobijo entre olivos, cipreses y senderos tapizados de aromáticas. Están representados, por ejemplo, Henry Moore o Eduardo Chillida, figuras entre cuyos trabajos se percibe tanto la contundencia del material como la discreción en el emplazamiento. Estas esculturas conviven con el avance de la luz solar, las lluvias de primavera o el viento de tramontana, transformando su percepción e invitando al espectador a mirar dos veces ese diálogo entre estructura y follaje. Al pasear, es posible encontrarse con piezas abstractas en mármol o bronce, configuradas de modo que sorprendan entre la vegetación o enmarquen una perspectiva hacia el mar.

El criterio curatorial que impulsó Bartolomé March presta atención a la relación de escala, color y volumen con el entorno, buscando que las esculturas no oculten la naturaleza, sino que contribuyan a realzarla. Cada obra está ubicada para aprovechar ángulos de luz y sombra, y también para descubrirse en el desvío menos habitual del paseo. Así, el arte permanece silencioso, pero esencial, tejiendo un guion alternativo dentro de los Jardines de Sa Torre Cega, donde la contemplación es siempre inesperada y la huella de la creatividad humana se convierte en parte viva del paisaje.

Un paraíso botánico en el corazón de Mallorca

Si el arte y la historia son el alma de Sa Torre Cega, la botánica es, sin duda, su corazón. El diseño del paisajista británico Russell Page en la década de 1960 fue una obra maestra de sensibilidad mediterránea, una transformación que convirtió la colina de Capdepera en un jardín vivo y cambiante que se renueva a cada estación. Page no solo organizó el espacio; compuso una sinfonía vegetal en la que se entrelazan la flora local —como olivos, pinos y robustos cipreses— con especies exóticas cuidadosamente seleccionadas para aportar contraste y color a lo largo del año.

El recorrido por los Jardines de Sa Torre Cega es una experiencia inmersiva en la biodiversidad mallorquina. Los grandes árboles proporcionan estructura y frescura, mientras que zonas de arbustos mediterráneos, como lentiscos y adelfas, marcan transiciones suaves entre los distintos ambientes. La lavanda y el romero se mezclan con tomillo, santolina y salvia, impregnando el aire con fragancias a cada paso. Entre los senderos asoman matas de buganvilla, madroños y palmitos, que estallan en color en primavera y verano, mientras que durante el otoño el jardín adquiere matices dorados y cobrizos gracias a especies como el granado y determinadas variedades de arces.

Russell Page ideó una serie de terrazas intercaladas con fuentes y bancales, favoreciendo distintos microclimas. Esta disposición permite que plantas de sombra como helechos y ciclámenes prosperen en rincones protegidos, mientras que en las zonas abiertas se cultivan agaves, aloes, y otras variedades resistentes al sol y a la brisa marina. El recorrido está pensado para sorprender: tras un camino abrigado, se abre de pronto una vista panorámica o una pradera salpicada de amapolas y lirios silvestres.

La riqueza botánica no solo se aprecia en la diversidad de especies, sino también en la forma en que el jardín cambia con las estaciones. La explosión de flores en primavera es seguida por el verdor pleno del verano, los frutos y hojas ocre en otoño y las siluetas sobrias de invierno. Así, cada visita depara una experiencia sensorial diferente, celebrando la naturaleza en todas sus formas.

La visita: secretos y detalles que no te puedes perder

Una visita a los Jardines de Sa Torre Cega es una experiencia que se enriquece con la preparación. Para aprovechar al máximo el recorrido, es fundamental conocer algunos detalles prácticos que te permitirán descubrir sus secretos mejor guardados. 

Aunque el recorrido guiado marca el ritmo, te recomendamos prestar atención a los detalles que a menudo pasan desapercibidos. Por ejemplo, la finca ha sido escenario de rodajes de películas internacionales. Mientras paseas, puedes imaginar a estrellas como Sean Connery, Michael Caine o Anne Hathaway caminando por los mismos senderos durante la filmación de películas como La mujer de paja (1964) o Timadoras compulsivas (2019).

Un punto que no te puedes perder es la imponente escalinata de acceso a la casa, un vestigio del diseño original de Guillem Reynés que, aunque modificado, todavía transmite la grandeza del proyecto inicial. Al explorar, busca los miradores naturales que Russell Page integró en su diseño; no solo ofrecen vistas espectaculares de Cala Ratjada, sino que son el lugar perfecto para comprender cómo el jardín dialoga con el mar. Dedica un momento a observar cómo la luz se filtra a través de los pinos e incide sobre las esculturas, transformándolas a lo largo del día. Esta interacción entre arte, naturaleza y luz es la verdadera esencia de Sa Torre Cega.

 
 

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